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¡Malin contra el fuego!

Malin Cifuentes es la primera mujer guatemalteca que consigue una certificación internacional en manejo de incendios forestales.

El día que los bomberos llegaron a la casa de Malin se abrió una puerta en su futuro. Llegaban para atender a su mamá que había sufrido un accidente doméstico y terminaron mostrándole a la joven el camino que seguiría de allí en adelante. Después de que llevaron la calma a su casa, se dio cuenta de que quería ser como ellos, portar un uniforme y ayudar a las personas. Convertir la angustia en calma, devolver la paz y la esperanza a gente viviendo tragedias.

Uno de los socorristas llevaba un panfleto con información sobre la Academia de Bomberos Municipales y Malin lo recibió como quien recibe un cheque en blanco. No tuvo que pensarlo mucho, pocos días después ya estaba inscrita. Le siguió un entrenamiento arduo, difícil de superar, que requería no solo su fuerza física sino toda su concentración y entereza mental. Tenía poco más de veinte años y toda la determinación para cumplir su objetivo. “Fue difícil al principio, sin embargo, tuve el apoyo de mis compañeros y compañeras de la escuela. En mi promoción, que la verdad es que los admiro y estoy muy orgullosa de cada uno de ellos, supimos apoyarnos y acoplarnos en ese año”, explica.

Ya graduada de bombera, siguieron los desafíos. La primera gran prueba le llegó apenas seis meses después. “Quince días antes de que yo me graduara de bombera, falleció uno de mis tíos, entonces para mí los últimos dos módulos de la escuela fueron bastante difíciles, porque yo ya no quería culminar. Yo sentía que no podía seguir. Pero mis compañeros y amigos de promoción me incentivaron mucho a que pudiera terminar. Cuando tenía seis meses de haberme graduado me llamaron para atender el incendio en La Terminal, fue algo muy fuerte, donde me puse a prueba. Recuerdo a uno de mis comandantes que me dijo ‘usted puede, échele ganas. Yo sé que usted puede salir avante de esto’ y eso hizo que no decayera, que lo lograra. Creo que fue una de las situaciones que más me ha marcado”, cuenta.

No fue la única, después su vida se llenó de la adrenalina y el cortisol que vienen implícitos con la profesión, correr contra el reloj para salvar vidas, enfrentarse a tragedias de la magnitud de Cambray, donde sirvió rescatando personas soterradas y enfrentarse una y otra vez a las llamadas de emergencia.

De militar a bombera

De niña Malin no soñaba con ser bombera, su deseo era otro. Ella quería ser militar, como su padre, su abuelo, sus tíos y muchos miembros de su familia. Sin embargo, de mayor, no pudo acudir a la escuela militar. Estudiaba psicología cuando aquella emergencia la puso frente a un bombero y cambió su futuro.

En 2019 llegó la tragedia a su propia vida, falleció su hermano. Ese mismo año recibió una invitación para especializarse en incendios forestales.

“De parte de la Escuela Técnica me invitaron a este entrenamiento que fue mi primer curso de incendios forestales, era una capacitación que vino a dar bomberos de Honduras. Al principio yo no quería ir, pero mi mamá me dijo que quizá ese curso me estaba llegando por una razón especial, porque mi hermano era ingeniero agrónomo, él amaba la naturaleza, siempre estaba en el bosque cuidando el área donde vivía. Entonces saqué el curso, que fue bastante difícil, muy fuerte, pero desde entonces me enamoré del combate a los incendios forestales”.

Después tomó clases con el Servicio Forestal de los Estados Unidos y pasó de alumna a maestra, a replicar todo lo aprendido con sus compañeros. Fue así como consiguió la certificación como instructora del Servicio Forestal. Se convirtió en la primera mujer guatemalteca en conseguir esta certificación. “Me siento muy contenta, feliz de poder darle este logro a mi familia y en lo personal a mí misma, creo que fue un reto que ahora lo estoy cumpliendo”, cuenta.

El lema que mueve su vida es: “Servir, antes que ser servida”, resume lo que hace cada vez que está de servicio: dejar de pensar en sí misma y estar al frente, ya sea de las llamas, de un deslave o de cualquier situación en que la vida humana peligre. Más bien la vida en general, porque su vocación es salvar todo lo que tenga vida, incluyendo los árboles y la fauna silvestre, frenar esos incendios que en poco tiempo consumen hectáreas de bosque.

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